No han sido pocas las personas que han aplaudido la decisión de las plataformas digitales de suspender las cuentas del Presidente Trump. Dicha decisión ha imposibilitado que Trump se comunique con millones de ciudadanos estadounidenses y simpatizantes a nivel global en los últimos días de su gestión.
Esto ha abierto el debate sobre la decisión de las plataformas digitales, su justificación o tardía, las posibles violaciones a los derechos humanos, o el supuesto poder excesivo con el que cuentan las mismas que les ha permitido bloquear hasta el Presidente de los Estados Unidos.
Los antecedentes del bloqueo
El 6 de enero del 2021, el Congreso sesionaba para certificar los resultados electorales cuando manifestantes traspasaron el perímetro de seguridad del edificio.
Durante la toma del edificio, el Presidente Trump publicó en varias redes sociales un video pidiendo la retirada de los manifestantes. El video fue eliminado por las plataformas argumentando violaciones a las políticas y desinformación. Ese mismo día, su cuenta de Twitter fue suspendida durante 12 horas, para posteriormente ser suspendida indefinidamente. Algo parecido sucedió en otras redes.
Antes de esta decisión, algunas de las plataformas incluían un aviso bajo los mensajes del Presidente advirtiendo que podría tratarse de desinformación y que debía ser previamente comprobado.
Los derechos del Presidente y los ciudadanos
Algunas cosas no pueden ser debatidas: el Presidente Trump utilizaba Twitter cómo su medio de comunicación principal, en el que los ciudadanos podían conocer su opinión sobre ciertos asuntos de interés nacional e internacional.
Por esta razón, activistas alegan que la decisión de suspenderlo no solamente viola la libertad de expresión de Trump, sino los derechos de acceso a la información pública de los ciudadanos, sobretodo aquellos que ven las redes cómo su principal o único medio de información. Inclusive, mandatarios de todo el mundo han criticado la medida calificándola de censura.
En este punto, la otra vertiente de opinión afirma que al Presidente no se le ha violado su libertad de expresión, al mantener su participación en medios de comunicación a través de las conferencias de prensa en las que participa. Así mismo, los ciudadanos pueden seguir informados sin tener que acudir a las redes de Trump.
Las redes sociales ¿censuradoras?
La primera enmieda de la Constitución estadounidense garantiza la libertad de expresión. En 1996, el Congreso aprobó la Ley de Decencia del Internet. Esta ley da inmunidad a las redes sociales y buscadores, y les permite autorregularse y regular el contenido de los usuarios sin enfrentar sanciones.
Algunos artículos de opinión comparan la medida con aquellas tomadas por gobiernos autoritarios, al controlar las redes sociales y las opiniones diferentes a las de ellos. La medida ha provocado que Trump sugiera crear una red social paralela para poder seguir comunicando su discurso.
Lo cierto es que, sea cual sea nuestra opinión, en contra o favor de la decisión, este suceso ha abierto las discusiones. Las plataformas no quedarán exentas de participar en una reducción de sus capacidades de decisión, o al contrario, en el mantenimiento de sus políticas. Hoy pudo ser el Presidente Trump, mañana nosotros.